Uno de cada seis niños en Argentina tiene una madre adolescente

Medio: El País

Fecha:18.01.2017

Por Florencia Tuchín.-

Cuando Tamara Vescovo tenía 17 años dio a luz a su primer hijo. En ese momento, dejó la escuela para dedicar su tiempo al cuidado de Yair. Ahora con 19 años, también tiene a Neyen, su segundo bebé de nueve meses. Ella los cría sola ya que su expareja fue arrestada a los dos meses del segundo embarazo. La joven es cartonera y algunas veces hace tareas de limpieza. Durante las largas jornadas de trabajo, le paga a una amiga para que cuide a los niños.

“Me daba mucho miedo contarle a mi mamá que había quedado embarazada. Mi hermana me ayudó mucho. En ese momento todas mis amigas tenían hijos y no me pareció raro”, cuenta Vescovo. Actualmente, vive con su madre y la familia de una de sus hermanas en el Conurbano de Buenos Aires.

Uno de los arrepentimientos de Tamara es el abandono de sus estudios: “Quiero terminar el secundario porque hay muchas cosas que no sé. En unos años, mi hijo va a ir a la escuela y cuando me pida que lo ayude no voy a poder”.

Durante el primer embarazo, la joven estuvo acompañada por su pareja, que era quien trabajaba. Ya la crianza del segundo bebé la vivió sola. “En ese momento me daba vergüenza pedirle plata a mi mamá para comprar los pañales”, comenta. A pesar de todas las dificultades, la adolescente asegura que sus hijos le alegran la vida: “Me cuesta ser madre, pero ellos me enseñan algo nuevo todos los días.

Problemas y desafíos de madres adolescentes

En la primera relación sexual no puede producirse un embarazo o la mujer es la única responsable de evitarlo son algunos de los mitos falsos que circulan en la sociedad. Si bien en Argentina existe la Ley de Educación Sexual Integral desde el 2006, aun no llega a todos los alumnos en todo el país. La Ley dice que hay que abordar la temática en todos los niveles de la educación, pero la realidad es que no se implementa en el nivel inicial ni en el primario. Por otro lado, los servicios públicos de Salud deberían atender a los adolescentes e informarlos, pero en muchos casos no lo hacen. “Es necesario que haya una supervisión más rigurosa sobre que sucede en el interior de las aulas sobre este tema. El primer paso concreto para disminuir los embarazos en las jóvenes es la educación y el segundo es la entrega gratuita de los métodos anticonceptivos que elija la persona en los hospitales públicos”, destaca Gala Díaz Langou, directora de Protección Social de la organización sin fines de lucro Cippec.

Según la presidenta y fundadora de la organización FEIM, Mabel Bianco, el embarazo adolescente en Argentina, al igual que en otros países de América Latina, tiende a crecer. Sobre todo, se observan aumentos en los embarazos de chicas con menos de 15 años. Bianco afirma: “Uno considerada que en esos casos, la maternidad no ha sido elegida. Una niña no tiene capacidad de elegir si quiere ser madre o no”.

En tanto, Fernando Zingman, especialista en salud de Unicef, señala que para muchas adolescentes en situación de vulnerabilidad tener un hijo es un modo de tener un proyecto, es decir, de cuidar a alguien o volver a estar en situación de cuidado. De este modo, se refleja una brecha que habla de una desigualdad muy profunda: mientras que los sectores acomodados postergan cada vez más la maternidad, los más vulnerables la adelantan.

“Con la ocurrencia del embarazo en una pareja joven lo que tiende a ocurrir es que las chicas se retiran del mercado laboral y se recluyen en el hogar, mientras que los varones generan una inserción temprana y precaria en el mercado de trabajo para sostener a la familia. Ninguno de los dos logra terminar la educación obligatoria y terminan tomando empleos precarios para la subsistencia básica. Eso genera una trayectoria laboral de exclusión. Estos hogares reflejan cómo se distribuye la pobreza en nuestro país. Hoy la estamos asignando a la infancia. La mitad de los niños menores de 14 años viven en situación de pobreza. En esos chicos generamos las peores condiciones, en términos de oportunidades”, destaca Díaz Langou.

Los adolescentes tienen derecho a disfrutar una vida sexual placentera y libre de todo tipo de violencia. En este sentido, Zingman dice: “Actualmente, sigue existiendo una dominancia masculina en la pareja que se demuestra en el uso de preservativo. En la negociación, el hombre decide si se usa o no se usa”.

El trabajo de ONG en los barrios

Embarazadas es el programa que lleva adelante la ONG Haciendo Camino en el norte del país. A través de esta iniciativa se promueven los cuidados durante el embarazo y el desarrollo del vínculo madre-hijo desde el periodo de gestación. Las mamás, en situación en extrema pobreza, asisten a los Centros para ser controladas y participan de charlas que las preparan para la maternidad. Si bien el programa no se enfocó originalmente en adolescentes, la realidad mostró que la mayoría de las mujeres que se acercaron eran madres muy jóvenes.

Ivana Carbonari, coordinadora de la Región de Añatuya, en la provincia de Santiago del Estero, cuenta la historia de Marcela, una joven de 15 años que se acercó a la organización con un embarazo de 28 semanas. “Ella es una mamá que tuvo muchos problemas de violencia de género de parte de su pareja. Finalmente, tuvo un embarazo prematuro. El bebé estuvo internado un mes hasta que llegó al peso acorde. Con la contención y ayuda de la organización ambos pudieron salir adelante”, relata.

En la organización social SonRisas, ubicada en Monte Grande, Provincia de Buenos Aires, percibieron la problemática del embarazo adolescente en el barrio y decidieron implementar un taller apuntado a la prevención e información al que llamaron Mejor Hablar de Ciertas Cosas. “A pesar del curso, finalmente muchos adolescentes fueron madres o padres. Esto nos generó muchas dudas internas y frustración porque la información se brindó, pero de todos modos se tomaron otras decisiones. Pude observar que muchos corren el riesgo con un pensamiento de lo inmediato. En otros casos, buscan tener un hijo, lo desean y lo quieren mucho”, cuenta Martin Ferreira, fundador de la organización.

Por otro lado, Ferreira dice que muchos adolescentes del barrio, por temor, eligen contarle a él antes que a los propios padres que van a tener un hijo. Relata: “Una vez, un chico me vino a pedir plata para el test de embarazo porque no quería que nadie se entere”. Como a los jóvenes, les cuesta mucho sostener los gastos, se acercan más la organización a pedir ayuda. Se les suele brindar mercadería, pañales y sobre todo mucha contención.

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