¿QUIÉN SE HACE RESPONSABLE DE LA JOVEN Y SU DESTINO?
Fecha: 02.08.2006
Por Mabel Bianco.-
Frente a la decisión del Comité de Ética y los médicos del Hospital de la Ciudad de La Plata -en el que se atendía la joven deficiente mental violada y embarazada- de no realizar el aborto autorizado por la justicia por tratarse de un embarazo muy avanzado, y considerar que ahora sería un “parto inducido”, según el Ministro de Salud de la Provincia, nos preguntamos ¿Quién se hace ahora responsable del daño irreparable infringido a esta joven y su familia? ¿Se arreglara todo con dinero para ayudar a esa familia a cuidar el embarazo de esa joven y luego a su bebé?
Los daños psicológicos, emocionales e incluso biológicos y sociales que este inútil proceso produjeron en esta joven y su familia, no se borran ni se superan con dinero. Pero es evidente que la joven no le interesó a la jueza de menores que inició el problema ni a los camaristas que siguieron buscando e hilvanando argumentos teóricos. Tampoco ahora a las autoridades de salud que hoy plantean lo avanzado del embarazo. Recordemos que cuando interfiere la jueza de menores el embarazo era de 14 semanas.
Frente a la indignación que ésto nos produce, creemos se deben delimitar las responsabilidades. La impunidad no cabe en este caso. Recordemos el caso de Rosita, una niña nicaragüense violada en Costa Rica y que pidió, ella y sus padres, el aborto. Ante la negativa de las autoridades de Costa Rica de concedérselo, que llegó hasta casi tenerlos cautivos, el Ombudsman de Nicaragua y un grupo de mujeres los llevan a Nicaragua, y como también se negaron las autoridades sanitarias a practicar la interrupción del embarazo, un grupo de médicos lo hizo con métodos menos cruentos, a pesar de que Rosita cursaba el quinto mes. ¿Por qué los médicos de La Plata no lo hacen? ¿Acaso no conocen métodos menos cruentos? ¿El Ministro de Salud de la Provincia no pudo garantizarle a la joven otra respuesta? Ante tantas dudas, lo menos que nos debemos es un esclarecimiento que defina las responsabilidades de unos y otros. Es lo menos que podemos exigir para evitar nuevas frustraciones e injusticias.