La primera vez: cómo se experimenta en días de redes, apps y feminismos
RedAcción, 1 de febrero de 2021
Especialistas de distintas disciplinas coinciden en que el primer encuentro sexual hoy se da de manera más espontánea y que los y las adolescentes cuentan con más información al momento de empezar. No obstante, alertan de que persisten tabúes, que atentan contra un disfrute de la sexualidad. ¿Cuáles son los desafíos sociales de la cuestión y qué rol juega la ESI?
En la era de las pantallas, las redes sociales y las apps de citas cambiaron las formas en las que las personas nos relacionamos. También la irrupción en escena de diferentes feminismos y la conquista de derechos por la diversidad, invitaron a repensarnos y a experimentar de otros modos la sexualidad y el sexo.
A partir de esto, le preguntamos a nuestra comunidad, vía Instagram, cómo se vive ahora la primera vez y si existe algún tipo de presión para iniciarse sexualmente a determinada edad. Las respuestas fueron variadas: un lector señaló que ya no existe tal apuro: “Cuando llega, llega”; otra lectora, en cambio, aseguró que sí: “En la secundaria, sí o sí”. Otra detalló cómo se vive ahora: “Las primeras exploraciones son virtuales, a veces con intercambio con otres, del mismo género o distinto”.
Para Mabel Bianco, médica, feminista e iniciadora de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), “la forma en que los y las jóvenes viven la iniciación sexual en la Argentina está muy determinada por el nivel educativo: si viven en áreas urbanas con mejor acceso a información de redes sociales, a ambientes más amplios, inclusivos y con más permisividad para la expresión y ejercicio de su sexualidad, o si viven en áreas rurales o urbanas más pequeñas con ambientes muy conservadores y menos acceso a información”.
“En estas últimas —sigue Bianco—, persisten restricciones e inhibiciones que se expresan en cómo los y las adolescentes viven la iniciación sexual. Quienes habitan en centros urbanos y con acceso a mayor información, la viven más abiertamente”.
Aunque aclara que la experiencia no es igual en todo el país. Para este último sector de jóvenes más preparados, dice, “los vínculos entre chicas y chicos o incluso entre personas de identidades diversas o del mismo género, están más facilitados, hay menos tabúes entre adolescentes. Y la iniciación sexual se hace entre ellos”.
Viviana Cramer, que es médica especialista en ginecología infanto juvenil, trabaja en el Servicio de Adolescencia del Hospital Argerich y preside la Sociedad Argentina de Ginecologia Infanto Juvenil (SAGIJ), coincide en este punto. Dice que si la primera relación sexual es consentida, la experiencia es grata: “En general [los y las jóvenes] son muy espontáneos, muy frescos. Tal vez no le dan ese valor que se le daba en otras generaciones, donde tenía que ver con el afecto, el amor, o con que antes hubiera un trayecto emocional con esa persona. Hay quienes se inician en función de que están en pareja o quienes se inician en una relación casual. Sí hay una vorágine respecto a que si llegás a cierta edad sin haberte iniciado en las relaciones sexuales, en ciertos ambientes, se vive con vergüenza, está esa presión de pares”.
Bianco también señala esto como un factor presente en muchos casos y comenta que “es preocupante porque no los ayuda a vivir sana y placenteramente la iniciación sexual”. Según las especialistas, si bien las tradiciones de la primera vez con una trabajadora sexual o la idea de “esperar a tener una pareja estable” parecen haber disminuido (aunque aseguran que en determinados sectores continúan vigentes), la insistencia e influencia de pares, y a veces de mayores, sigue existiendo.
“La presión social de los pares y de adultos, incluso los padres, es grande. Los varones son impulsados para no ser considerados ‘raros’, con la gran carga peyorativa que acarrea el término. Y las chicas son llamadas antiguas, o se consideran no merecedoras de ser queridas ni valoradas por sus pares y eso les duele. Esta presión social genera una falsa idea de que la felicidad y el goce en una relación sexual están asociados solo a la penetración y en realidad en muchas de esas relaciones no existe goce ni hay intento. Esto es algo que se debe trabajar con los y las adolescentes. Así y todo, muchas chicas, especialmente las más jóvenes, defienden su derecho a poder decidir con quién y cuándo tener relaciones sexuales, y por lo tanto a postergar la iniciación sexual”, asegura Bianco.
La terapeuta cognitiva de 25 años, Camila Morbelli, también apunta a correrse un poco del acto sexual y echar una mirada más amplia a esa forma de relacionarse con otros y otras y con uno mismo o una misma: “La sexualidad ocupa un rol fundamental en la vida de los y las jóvenes, y aunque va cambiando sigue presente a medida que pasa el tiempo. Creo que está bueno pensarla como algo que se va construyendo, donde en algún momento empezamos a notar la atracción, el deseo, y empezamos a acercarnos de otra manera. También es importante ver a la sexualidad como algo que nos atraviesa más allá de lo estrictamente genital, tiene distintas formas y expresiones que incluso forman parte de nuestra identidad”.Morbelli dice que, aunque todavía siguen existiendo “ciertos rituales ligados a lo sexual, impulsados por la presión social de amigos o familiares, que pueden tener un efecto negativo, cada vez se desarman más las costumbres vinculadas más a un mandato social que a los deseos o la experiencia íntima de los jóvenes; aunque todavía hay un camino para recorrer en este sentido”.
Morbelli dice que, aunque todavía siguen existiendo “ciertos rituales ligados a lo sexual, impulsados por la presión social de amigos o familiares, que pueden tener un efecto negativo, cada vez se desarman más las costumbres vinculadas más a un mandato social que a los deseos o la experiencia íntima de los jóvenes; aunque todavía hay un camino para recorrer en este sentido”.
La información al poder
Las especialistas coinciden —y señalan que “está estudiado”— que la edad de iniciación sexual ha bajado en la última década, y quizás antes también. La última Encuesta Nacional sobre Salud Sexual y Reproductiva (ENSSyR), realizada en 2013 por el INDEC y el Ministerio de Salud de la Nación, ya sostenía que el 62% de los varones y el 54% de las mujeres de entre 15 y 19 años de todo el país habían tenido su primera relación sexual. El 17% de los y las jóvenes la habían tenido antes de los 15; mientras que un 60%, entre los 15 y 16 años y el restante 23%, entre los 17 y los 19 años.
Este estudio también mostraba que, mientras las mujeres de 40 a 49 años declaraban haber tenido su primera relación sexual cerca de los 18 años, las más jóvenes respondían haberse iniciado sexualmente en un promedio de 15,5 años. Tendencia que, según las entrevistadas para esta nota, se sostiene.
Aunque la edad de la iniciación sexual de las adolescentes haya bajado, en comparación con años o décadas atrás, la información de la que disponen al momento de comenzar (al menos quienes cuentan con herramientas a su alcance) ha aumentado.
Cramer dice que, a diferencia de lo que sucedía antes, cuando médicos y médicas debían generar un clima propicio para hablar con una chica sobre sexualidad, hoy, muchas veces es ese el motivo por el que piden la consulta: desean comenzar a tener relaciones y quieren saber cómo cuidarse, o ya iniciaron y quieren más información. Muchas veces, dice, son incluso las madres de las chicas las que las llevan a la consulta con ese fin cuando sus hijas tienen una primera relación de pareja: “Las madres las traen y dicen: ‘Es que hay un noviecito o hay una pareja, y yo quería que hablara con usted’”.
Pero, en general, cuenta, las chicas ya llegan sabiendo sobre el tema y hablan sin tapujos: “Tanto en el ámbito hospitalario como en el consultorio vienen con información. Si esa información es correcta o no, o si es veraz, lógica y de base científica, es otra cosa, pero vienen con información porque tienen las redes, la divulgación que hace la comunidad científica, las redes comunitarias, las redes de pares y lo que se va pasando de boca en boca. A veces es una información que no es la correcta, y a veces tienen preconceptos y mitos que les despejamos”.
Como van a repetir todas las especialistas, una y otra vez, las experiencias así como la información, van a depender del contexto de los y las adolescentes. Mabel Bianco señala que “según la experiencia de FEIM realizando talleres de Educación Sexual Integral (ESI) en escuelas de sectores populares y medios bajos del país, es raro de que a los 14 o 15 años no se hayan iniciado, lo que no quiere decir que lo vivan placenteramente, sino que muchas veces lo hacen por la presión social. Por eso es importante la ESI: para que sepan y puedan decidir si quieren, cuándo, con quién, y lo puedan vivir con placer”.
Para Morbelli, las nuevas maneras de entender la sexualidad, así como los aportes de la ESI en espacios educativos, en los medios y en las redes sociales, y la mayor visibilización de la diversidad sexual “empezaron a gestar un cambio en la forma que tienen los jóvenes de relacionarse con su propia sexualidad y la del resto”. “Desde esta perspectiva —agrega— la información no está únicamente relacionada a métodos anticonceptivos o prevención de infecciones de transmisión sexual (ITS) —que es fundamental— sino que incluye la experiencia íntima, los cuidados, la empatía y el respeto hacia los otros y hacia uno mismo. En general, los jóvenes con mayor acceso a este tipo de educación empiezan a explorar su sexualidad de manera más cuidada, respetuosa y placentera, desde sus inicios”.
Embarazo adolescente: una consecuencia de la falta de información
La Fundación Kaleidos es una organización que trabaja en la promoción de los derechos de los niños, niñas y adolescentes mediante diferentes programas. Uno de ellos tiene que ver con un problema vinculado muchas veces a la iniciación sexual. Es el programa Jakairá, un proyecto que nace de un acuerdo de colaboración con la fundación suiza Children Action y que tiene como eje la restitución de derechos de las y los adolescentes en general, principalmente de poblaciones vulneradas, de aquellos que son madres y padres, y de sus hijos e hijas. Para ello, los acompañan, les brindan herramientas de empoderamiento y trabajan cuestiones claves mediante la educación sexual integral.
“En 2020, como hace tres años, participamos activamente de la campaña ‘Puedo decidir’, sobre el embarazo no intencional en la adolescencia. Las estadísticas dicen que 7 de cada 10 embarazos en adolescentes no son intencionales. En adolescentes de 15 a 19 años son 6 de cada 10. Y en la franja de edad de 10 a 14 años el número aumenta: 8 de cada 10 embarazos no son intencionales. De esos embarazos nacen, por día, 238 niñes, hijes de adolescentes de entre 15 y 19 años, es decir, casi 10 por cada hora del día. Por eso es fundamental acercarles a los y las jóvenes información clara, accesible, y de calidad”, dice Romina Rodríguez, licenciada en Trabajo Social y coordinadora operativa de Jakaira Chacarita.
Desde el programa hacen hincapié en que siempre la información brinda la posibilidad de elegir. Buscan también deconstruir los roles y estereotipos de género, “y acompañar el pleno desarrollo personal de los y las adolescentes a fin de que puedan decidir libremente respecto de sus cuerpos, de su sexualidad, de su salud; elegir si ser madres o padres o no, y sus proyectos de vida”.
Por eso, agrega Romina, “creemos que es fundamental garantizar el acceso a los métodos de anticoncepción elegidos por cada una y uno. Habilitamos espacios donde poder hablar sobre estas temáticas, sobre la sexualidad y las relaciones sexuales para que puedan estar preparados con mayor información a la hora de iniciarse sexualmente y que eso pueda ser una experiencia singular, propia de cada encuentro, y que las relaciones sean consentidas”.
Otro de los factores que dispara el número de embarazos no deseados es el aumento de la pobreza, combinado con la deuda del Estado de distribuir gratuitamente la cantidad necesaria de anticonceptivos. Según Chequeado, que analizó una publicación del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), en 2020 más de un millón de mujeres vieron seriamente afectado su acceso a anticonceptivos, por lo que debieron interrumpir sus tomas o aplicaciones.
“La estimación, realizada por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), —explicaba Chequeado— se hizo en base a datos sobre cómo afecta el aumento de la pobreza en la compra de anticonceptivos”. Y señalaba que, “714 mil mujeres, que venían adquiriendo sus anticonceptivos modernos de corta duración [condones, anticonceptivos orales e inyectables] en farmacias de Argentina pueden haber discontinuado su uso durante 2020 como consecuencia del COVID-19”. “A ello se suman 379 mil mujeres que venían recibiendo sus anticonceptivos modernos de corta duración en servicios públicos de salud de la Argentina y que pueden haberlo discontinuado por la pandemia. En total, 1.093.000 de mujeres pueden haber visto interrumpidos sus tratamientos anticonceptivos”.
La ola feminista, un trampolín al empoderamiento
Como menciona Rodríguez, al hablar del iniciación sexual de los y las adolescentes, uno de los aspectos que primero se enciende como luz de alarma es el consentimiento.
Por eso, es otro de los grandes ejes que aborda el programa Jakaira: a través de talleres en escuelas, clubes y otros espacios buscan hablar “sobre el poder decir que no, pero también que sí; y sobre el placer, el disfrute y la posibilidad de elegir. También sobre los cuidados propios y del otro”. “Muchas veces los varones son los que insisten para tener relaciones sexuales, principalmente la primera vez. Por eso nos parece importante reforzar la importancia del consentimiento en las relaciones sexuales (en todas y cada una, y durante todo su desarrollo) y reflexionar en grupo acerca de los mandatos vinculares estipulados como ideales”, cuenta.
Bianco, la fundadora de FEIM, también hace hincapié en este punto y dice que a veces las chicas al ponerse de novias son obligadas o presionadas a tener sexo bajo amenaza de una ruptura de ese vínculo, o de quedar a un lado entre sus pares por ser las únicas que no lo hacen. Lo que en muchos casos lleva a jóvenes que en realidad no lo desean a actuar contra su voluntad. “Aquí es donde surge el problema del consentimiento, es habitual que los varones continúen la creencia de que ‘las chicas dicen ni o so’ porque lo que quieren es que les insistan, y así no respetan su capacidad de consentir”.
Pero la irrupción en escena de los feminismos llevó a que muchas adolescentes comprendieran que es su cuerpo, su decisión y que no es no. Y a actuar únicamente según sus deseos reales. “Las chicas ahora están empoderadas y defendiendo los derechos sobre sus cuerpos, sobre su sexualidad y sobre sus vidas e incluso reclamando por sus derechos al placer”, señala Bianco, sin dejar de recordar que “esto es muy característico de los grandes centros urbanos, pero no es igual para todas las adolescentes y jóvenes del país. En eso también las desigualdades siguen siendo notables”.
Morbelli coincide: “Creo que las transformaciones feministas, así como la presencia de la ESI en redes sociales y la de profesionales de la salud que dan información de forma clara en medios virtuales, tuvo un impacto altamente positivo en las experiencias sexuales de muchos jóvenes. Además se empezó a hablar abiertamente de temas que fueron por muchos años considerados tabú, como la masturbación femenina, y en este punto se puede notar una mejor relación con el propio placer así como un enfoque más empático de las relaciones sexuales que invita a observarse, conocerse y respetarse unos a otros y a sí mismos. Sin embargo, creo que este cambio todavía no ha llegado a la mayoría de los jóvenes de Argentina y aún existen tabúes, prejuicios, desinformaciones y creencias que son muchas veces limitantes o dañinas para quienes están explorando sexualmente”.
Cramer también acuerda en que la mujer está más empoderada gracias a los movimientos feministas y agrega que eso las animó a prácticas que antes eran potestad masculina, como ser ellas las que lleven el preservativo en la billetera, o las que tomen la iniciativa para iniciar una relación sexual.
“El empoderamiento les dio mayor información, la información les dio empoderamiento y eso les dio el lugar de toma de decisión. Y es muy importante: que puedan decir que no cuando no quieren, que puedan decir que sí cuando tiene ganas, y también que puedan develar un secreto en torno a la coerción, al abuso y a la violencia. Desde ahí es fundamental el lugar de la mujer y el empoderamiento”, asegura.