Adolescencia y sexualidad: el papel de los servicios de salud y de la educación
Publicado en Clarín, 12.04.2015
Por Mabel Bianco.- En la adolescencia se experimentan cambios corporales, emocionales y sensoriales que generan gran efervescencia e inestabilidad. Ahora las niñas son fértiles a edades más tempranas y también hubo cambios culturales y sociales, como la erotización creciente de las niñas para promoción del consumo. El lunes leímos en este diario que nueve niñas menores de 15 años son madres por día en Argentina y que cada 5 minutos nace un hijo de una madre menor de 19 años. Esta noticia sorprendió a muchos.
La publicidad para vender erotiza desde los jeans hasta las cirugías estéticas o las fiestas de cumpleaños con “sesiones de maquillaje” y privilegia en sus mensajes a las/os adolescentes. La moda de tratar a las niñas como adultas se está difundiendo y si bien entraña serios riesgos continúa expandiéndose. Si bien en el país en 2006 se aprobó la ley de Educación Sexual Integral, aún no se adoptó una política pública y por ende no se logro su aplicación más que en pocas escuelas por decisión de los directivos y/o docentes. Aún muchas autoridades educativas, docentes y padres cuestionan la educación sexual integral aduciendo que promueve la actividad sexual. Las provincias resisten esta incorporación, por ejemplo Catamarca recién a mediados de 2014 aprobó por ley esta educación en su provincia, 8 años después de sancionada la ley. Por eso nuestra sociedad no es protectora ni ayuda a evitar riesgos.
Además, la ley de Salud Sexual y Reproductiva sancionada en 2002, después de 12 años no ha logrado que los servicios de salud atiendan a las y los adolescentes que van solos, exigiéndoles en muchos casos que asistan acompañados por un mayor. Estos servicios de salud que deberían informarlos sobre sexualidad, asesorarlos y permitirles plantear dudas y hacer preguntas, recién le abren las puertas cuando llegan a la consulta embarazada. Tampoco en la atención médica nuestra sociedad es protectora para los y las adolescentes.
Esto nos demuestra que como sociedad somos incapaces de asociar los datos del embarazo adolescente con la falta de educación sexual y de servicios de salud que atiendan a las y los adolescentes. Permitimos que nuestros niños y niñas jueguen con fuego, no les damos herramientas para protegerlos y cuando se queman nos sorprendemos. Cambiar esto es clave si queremos evitar embarazos precoces y favorecer mejores expectativas para nuestras niñas y niños. No hablamos de prevenir los embarazos en la adolescencia, porque debemos aspirar a que las y los adolescentes sean madres o padres cuando lo decidan y no por accidente como está ocurriendo porque no saben cómo protegerse ni cuidarse. Recordemos que los menores de 18 años son sujetos de derecho según la Convención de los Derechos de los Niños, con rango constitucional desde 1994.
Por eso se les deben garantizar sus derechos a informarse, a educarse, a la integridad corporal y a poder decidir, entre otros. Derechos que son seriamente comprometidos y vulnerados en casos de embarazos en la adolescencia. El abandono escolar, la falta de acceso a información segura y el abuso sexual que padecen en la casa, la escuela y la sociedad, son habituales en las niñas embarazadas lleguen o no a ser madres. Porque las niñas menores de 15 años embarazadas en general han sido abusadas o forzadas a tener relaciones sexuales. No podemos hablar de consentimiento de una relación sexual en una niña. Los adultos solemos sobrevalorar la capacidad y conocimiento de los niños, creemos que porque hay mucha información, la poseen y no es así. Hablar con niñas, niños y adolescentes de estos temas nos permite percibir los déficit, explicables porque nadie los ayudó a sistematizar la información, o a eliminar los mitos que les son transmitidos. Ese papel que debería cumplir la escuela y que los padres tampoco saben hacerlo, es cubierto por Internet, adonde buscan información, que muchas veces los confunde más o los lleva por caminos más peligrosos, cuando encuentran un adulto con intenciones aviesas. Remediarlo es responsabilidad del gobierno y de los adultos.