La autonomía corporal, ¿se trata de un derecho o de una culpa?
Diario PERFIL, Defensora de Género
DOMINGO 20 de JUNIO de 2021
En estos días previos al Foro Generación Igualdad (GEF por sus siglas en inglés), que se realizará en París del 30 de junio al 2 de julio, las feministas de todo el mundo junto a gobiernos, entidades filantrópicas, agencias de ONU y las empresas privadas discutiremos acerca de algunos temas que se plantean como el principal producto de estos Foros. GEF fue la creación de un proceso de vinculación entre ONU mujeres y las organizaciones de feministas de todo el mundo para avanzar en el Programa de acción de Beijing (1995).
En marzo 2019 en Nueva York, cuando se realizaba la reunión anual de la Condición de la Mujer –CSW– a un año de celebrar los 25 de Beijing, experimentamos las restricciones para que las propuestas asumidas por los gobiernos en 1995 se alcanzaran, y las dificultades para lograr los avances necesarios para incorporar nuevas responsabilidades. Por eso se buscó una nueva forma de vinculación más flexible a través de la asociación con los gobiernos de México y Francia, ONU mujeres y una asociación de organizaciones feministas –CSAG–.
La propuesta original era realizar estos Foros de México y París en el 2020, después de la CSW donde se ratificaría el programa de Acción de Beijing. En ambos Foros se esperaba concretar avances que se iban a expresar en seis Coaliciones de Acción que nucleando a los 12 temas de Beijing permitieran asumir compromisos concretos de avances en los cinco años siguientes. Una de esas coaliciones de acción es “Autonomía corporal y derechos y salud sexual y reproductiva”. Lamentablemente la pandemia impidió esto y se debió postergar al 2021.
Recuperamos hablar de Autonomía corporal. Como integrante del grupo líder junto a los gobiernos de Argentina, Burkina Faso, Dinamarca, Francia y Montenegro y ONGs internacionales de feministas y jóvenes, hemos propuesto compromisos para los próximos cinco años.
¿Por qué importa hablar de autonomía corporal? Porque es un tema que ha sido negado como un derecho e incluso continúa siendo negado aún hoy. La autonomía corporal se refiere a la integridad corporal como un derecho humano básico, que abarca desde el derecho a no ser herido ni poner en riesgo la vida, hasta que no hagan en mi cuerpo lo que no deseo o acepto. En la defensa de los derechos humanos el derecho a la vida es tradicional en su primera acepción, no así en la segunda. Es a esta acepción del derecho a que no hagan en mi cuerpo lo que no acepto o quiero es a lo que nos referimos cuando hablamos de derechos sexuales y reproductivos. Y esto implica desde la necesidad de que en la niñez a edad temprana reciban educación sexual integral para prevenir el abuso sexual en la infancia, a la capacidad de consentir en las relaciones sexuales, las decisiones sobre intervenciones en sus cuerpos de tipo terapéuticas (cirugías) a otras plásticas y reconstructivas, a las decisiones reproductivas sobre tener o no hijos y las modalidades de anticoncepción quirúrgicas, a la interrupción voluntaria del embarazo y las de métodos de reproducción asistida. Esta amplia gama es ignorada y no incorporada ni siquiera a veces en los defensores de derechos humanos y que nos preocupa porque afecta la vida de miles de mujeres y niñas en todo el mundo. Este derecho se ve contrapuesto a la “culpa” asociada, por ejemplo, frente al aborto. La asociación de las mujeres como meras “reproductoras” y tan arraigada determina esta asociación a la culpa frente al aborto. Y a que muchos plantean ésta como oposición al mismo. ¿Por qué las mujeres debemos ser culpabilizadas frente a una decisión de abortar? Esto que escuchamos en las sesiones en el Congreso en la discusión sobre la ley de IVE se fundamenta en ese desconocimiento del derecho humano a la integridad corporal y a la persistencia del papel de las mujeres como meras reproductoras. Por eso necesitamos compromisos claros que enfrenten esto para asegurar este derecho humano básico.