En los medios

Algo tenemos que hacer

La Reforma, 27 de septiembre de 2020

Cada hora se producen en nuestro país diez partos de chicas que tienen entre 10 y 19 años.

Son cifras oficiales, que indican, además, que el 70% de esos embarazos ocurrió durante una relación sexual sin protección anticonceptiva o por imposición. Hablamos de situaciones de vulnerabilidad social y familiar, de desigualdad de género, de varones en situación de poder, de relaciones no igualitarias, de prácticas sexuales sin el uso de métodos anticonceptivos o consecuencia de violencia y abuso sexual. Y también hablamos de muerte, porque la mortalidad materna y los riesgos del embarazo aumentan a medida que disminuye la edad de la mujer embarazada.

Este es un tema del que prácticamente no se habla, del que no nos ocupamos, un tema que queda perdido en el maremágnum de problemáticas que aquejan nuestro país. Sin embargo, es un tema que hay que poner en agenda, tenemos que hablar de esto y no sólo porque como ahora, estemos transitando la Semana de Prevención del Embarazo no Planificado en la Adolescencia y Unicef nos lo recuerde con el relanzamiento de la campaña #PuedoDecidir. Tenemos que hablar porque un embarazo no intencional a edad temprana afecta la trayectoria de vida, interfiere en la inserción educativa, en el trabajo, un embarazo cambia varias vidas para siempre.

Eso sin contar que, como indica la Organización Mundial de la Salud, las complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto son la principal causa de muerte de las niñas de 15 a 19 años en todo el mundo, con lo cual, hablar de este tema, ponerlo en agenda, es una necesidad sanitaria.

En Argentina nacen por día 7 bebés cuyas mamás son menores de 15 años y los datos de la Secretaría de Salud de la Nación dan cuenta que además, la mayoría de esos embarazos son producto de abuso sexual, relaciones forzadas y explotación sexual, son embarazos relacionados con condiciones de pobreza, con adolescentes fuera del sistema escolar, adolescentes que tienen relaciones sin un uso sistemático o adecuado de anticonceptivos. El 67% de las madres adolescentes, aseguran que el embarazo no fue intencional, y esa cifra se eleva al 82% en menores de 15 años.

Hay que trabajar en la prevención de estos embarazos, hay que trabajar con niñas y niños, desde muy temprano, la ESI desde la infancia es fundamental. Necesitamos educación, pero no solo en las escuelas, hay que entrar a los hogares, sobre todo a los más vulnerables, hay que hacer campañas públicas de concientización, hay que inundar los medios con mensajes y también hay que escuchar la opinión de las niñas, niños y adolescentes, respetando su autonomía progresiva, su privacidad y su derecho a expresar su opinión.

Según las últimas estadísticas publicadas en Argentina, en 2018 nacieron 685.394 bebés, de los cuales 87.118 eran hijos de chicas de entre 10 y 19 años. En este sentido, tampoco hay que perder de vista que una de cada cuatro adolescentes o niñas que tuvieron su primer hijo en esa etapa tendrá el segundo antes de los 19 años, según el registro del Ministerio de Salud de Nación.

Cada hora se producen en nuestro país diez partos de chicas de entre 10 y 19 años, la enorme mayoría producto de embarazos no deseados, y todo embarazo no intencionado es una vulneración de los derechos reproductivos. La pandemia agravó el escenario que ya de por sí era muy malo. Según la OMS y el Fondo de Población de las Naciones Unidas, cada 6 meses de aislamiento habrá 7 millones de embarazos. Los impulsores de la campaña #PuedoDecidir aseguran que muchas mujeres no están pudiendo acceder a métodos anticonceptivos ni a consultas médicas, que aumentó la violencia doméstica y eso resultó en más embarazos no intencionales adolescentes, sobre todo en los sectores más vulnerables.

Un dato que no debe pasar desapercibido en nuestro país, es que el Estado invierte unos 5300 millones de pesos al año en atención médica de embarazos adolescentes, una inversión millonaria, considerando que si solo se destinaran a la prevención, a las campañas de salud reproductiva, y a la distribución de métodos anticonceptivos una parte de esos millones, seguramente disminuirían considerablemente los embarazos no intencionales.

Algo tenemos que hacer, hablamos de niñas y adolescentes que no quieren ser madres, pero son madres, que son violadas, violentadas, forzadas, que no pueden huir, que no eligieron ser madres y que además, pueden morir como consecuencia de ese embarazoAlgo tenemos que hacer.

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