La droga que está transformando el aborto en Argentina
Publicado online en Medium – 25 de junio de 2018
(Traducción Josefina Arcioni)
Por Amy Booth
En un país donde el aborto se debate intensamente, está surgiendo una alternativa farmacéutica.
Cuando Camila Sigales descubrió que estaba embarazada, sintió que su mundo se desmoronaba. A los 19 años, tenía planes para el futuro, pero esos planes no incluían la maternidad todavía. Desafortunadamente, en Argentina, eso no fue motivo suficiente para obtener un aborto legal: aquí, las mujeres, las niñas y las personas trans o de género no binario solo pueden terminar legalmente un embarazo si fueron violadas o si su salud está en riesgo.
Camila hizo lo que casi medio millón de mujeres hacen cada año en Argentina: tuvo un aborto clandestino. Lo hizo en su casa, acompañada por su madre, usando unas pastillas que su madre y su padrastro habían conseguido. «Tenía que poner las píldoras en mi vagina, acostarme, quedarme tranquila y esperar», dijo. «Estaba cómoda, pero podía sentir las contracciones que producía la medicación». No sufrió complicaciones, pero fue un tema difícil por mucho tiempo. «No hablé de eso durante un año y medio», dijo Camila.
El 14 de junio, los diputados argentinos aprobaron por poca diferencia de votos un proyecto de ley que legaliza el aborto por cualquier motivo en las primeras 14 semanas. El conteo final fue de 129 a favor y 125 en contra, luego de una sesión maratónica de aproximadamente 22 horas. Era la primera vez que un proyecto de ley sobre el aborto se debatía oficialmente en el Congreso, y muchos diputados permanecieron indecisos hasta el último minuto.
Ahora debatirán el proyecto de ley los senadores. Cualquiera sea el camino que tome la votación final, el tema ha promovido un debate público sin precedentes sobre el aborto, con mucha gente a lo largo y ancho de Argentina y de Sudamérica reevaluando lo que significa que el aborto sea ilegal, y el costo que la prohibición tiene para las mujeres, niñas, hombres trans y personas de género no binario.
Las estadísticas pintan un panorama sombrío: se sabe que más de 3.000 mujeres han muerto por complicaciones durante abortos clandestinos desde el final de la última dictadura argentina, en 1983. Se estima que hay alrededor de 450.000 abortos en Argentina cada año, que es más de un aborto por cada dos nacimientos. De esas mujeres, alrededor de 49.000 terminan en el hospital. Allí, las pacientes a menudo experimentan abusos del personal del hospital y el terror de que, violando el secreto profesional, sus médicos informarán a las autoridades y ellas abandonarán el hospital esposadas.
La historia de Camila es similar a la de muchas de las mujeres, niñas y personas trans en Argentina que abortan con misoprostol, una droga que hace que el útero se contraiga y expulse su contenido. Es un método reconocido por las autoridades sanitarias internacionales, como la Organización Mundial de la Salud. En países donde el aborto no está restringido, las mujeres a menudo usan misoprostol con otro medicamento, la mifepristona, pero cuando ésta no está disponible, como en Argentina, se pueden usar dosis mayores de misoprostol.
Es imposible decir qué proporción de abortos se realizan en Argentina con misoprostol. Dado que la gran mayoría de los abortos en el país son clandestinos, no hay estadísticas confiables, pero la respuesta corta es, seguramente, casi miles. El método del misoprostol está ganando popularidad, según Mabel Bianco, médica y presidenta de FEIM, una fundación que trabaja por el derecho, entre otros, a la salud sexual y reproductiva.
Desde muchos puntos de vista, el misoprostol es la preferible entre otras alternativas, para quienes pueden pagarlo. Las mujeres pobres y las mujeres que viven en zonas rurales remotas todavía se ven obligadas a recurrir a métodos caseros impriovisados, como insertar objetos en el útero a través de la pequeña abertura del cuello uterino. Los objetos elegidos solían incluir agujas de tejer y tallos de perejil, pero hoy se han vuelto populares los catéteres, según Bianco.
La inserción de un catéter daña la placenta y las pacientes generalmente comienzan a sangrar. Luego corren al hospital para terminar el procedimiento. «Algunas mujeres llegan al hospital con el catéter todavía adentro», dijo Bianco. Abortar de esta manera es mucho más probable que genere problemas como una infección, y es una de las razones por las que las complicaciones graves y las muertes maternas posteriores al aborto afectan desproporcionadamente a las mujeres pobres.
El misoprostol, por otro lado, puede usarse en la privacidad del propio hogar, sin necesidad de atención médica en un hospital o clínica clandestina. Ante la falta de atención médica legítima, las redes de ayuda dirigen las líneas directas de crisis y brindan tanta información útil como sea posible para las mujeres que se ven obligadas a abortar en secreto. Un colectivo llamado Lesbianas y Feministas para la Despenalización del Aborto publica un manual ilustrado sobre cómo abortar con el uso de píldoras.
Realizados con misoprostol, los abortos incluso ilegales pueden ocurrir de manera segura, siempre y cuando la mujer esté usando la cantidad correcta de pastillas buenas y tenga toda la información relevante. Es más probable que surjan problemas con las pastillas que se obtienen en el mercado negro, según Andrés López Cabello, un abogado que trabaja en temas de aborto en CELS, un centro legal argentino. Aquellas que buscan un aborto corren un mayor riesgo de comprar pastillas que son excesivamente caras, que están vencidas o que no se almacenaron adecuadamente, cuando tienen que comprar el medicamento de forma clandestina.
Aunque es menos peligroso que muchas de las alternativas, el misoprostol no está exento de complicaciones. Estas pueden incluir sangrado abundante y dosis insuficientes que conducen a abortos incompletos.
Natalia Loyola sabe de primera mano cómo es cuando los abortos con misoprostol fallan. Ella quedó embarazada a mediados de 2016, cuando el preservativo se salió durante la relación sexual y ella no se dio cuenta. Faltaba una semana para que cobre su sueldo, y Natalia no podía pagar la píldora anticonceptiva de emergencia. Su novio desaprobaba la píldora del día siguiente −y cualquier forma de aborto− y no le prestaba el dinero. Natalia finalmente la compró con la ayuda de un amigo, pero no funcionó.
Para interrumpir el embarazo, Natalia encontró una enfermera que le vendió cuatro pastillas de misoprostol por 4.000 pesos argentinos (alrededor de U$D 268 en ese momento) y le dijo qué hacer. Pero la dosis no fue suficiente. Intentó de nuevo, usando una caja de 16 pastillas que una amiga le consiguió. Durante los días siguientes, Natalia experimentó un poco de dolor y sangrado, pero ir al hospital la ponía nerviosa. En 2013, ella había experimentado violencia obstétrica cuando tuvo un aborto espontáneo de un bebé que quería tener. Mientras estaba en el hospital, sintiendo contracciones a cada minuto, el personal obstétrico la acusaba constantemente de abortar a propósito. «¿Qué hiciste? Me pregunto con qué voy a encontrarme si te examino», le dijo una de las enfermeras. «Sabés que hacer eso es ilegal. Tendríamos que denunciarte». Natalia, para sus adentros, la apodó «la carnicera».
No obstante, cuando el dolor empeoró, Natalia fue al hospital. «Una de los obstetras decía: Seguro que esta chica abortó y no quiere contarnos. La escuché hablar afuera y comencé a llorar y temblar», dijo Natalia. Afortunadamente, un cirujano amigable examinó a Natalia y les dijo a sus colegas que no había encontrado nada sospechoso.» Cuando salí, pensé Estoy viva, y todavía tengo mi útero«, dijo.
Después, el novio de Natalia se disculpó, pero no por su falta de comprensión y empatía durante el proceso del aborto. Sino porque él sabía desde el principio que el preservativo se había salido y eyaculó dentro de ella de todos modos.
En Argentina, el misoprostol se vende mezclado con diclofenac bajo la marca Oxaprost, un producto oficialmente recetado para problemas estomacales. Aunque el aborto es legal en Argentina en los casos de violación o riesgo para la salud de la madre, las autoridades no han autorizado Oxaprost para su uso en un aborto. De hecho, no hay medicamentos aprobados oficialmente para el aborto en Argentina, en absoluto. «En un país donde exiten casos de aborto legal, es inaceptable que estas pastillas no existan y se esté utilizando una opción que no es la óptima», dijo López Cabello.
Laboratorios Beta es la única empresa en Argentina que produce misoprostol, y ha aumentado constantemente el precio. El gobierno anterior argentino limitó el precio de Oxaprost debido a su importancia para usos obstétricos: las cajas de 16 pastillas costaban 452 pesos (U$D 30,36) a mediados de 2014. Aprovechando que el límite solo se aplicaba a paquetes de 16, Laboratorios Beta lanzó un paquete de 20 píldoras por 1.117 pesos, más del doble del precio.
Cuando se los contactó para hablar de este artículo, Laboratorios Beta respondió que no da entrevistas a los medios.
Hoy, una caja de 16 píldoras de Oxaprost se vende por 3.218,36 pesos (U$D 124), según muestran catálogos en línea y datos de CELS. Eso es más de un tercio del salario mínimo mensual de 9.500 pesos. Aunque los abortos generalmente requieren menos de 16 píldoras, éste es el paquete más pequeño disponible, lo que obliga a quien lo use a comprar más de lo que se necesita. Gran parte del excedente termina en el mercado negro, donde los precios pueden descontrolarse. El misoprostol ilícito a veces se contrabandea a Argentina desde otros países.
Legalmente, Oxaprost se vende bajo receta archivada, lo que significa que los farmacéuticos deben mantener una copia en el archivo y pueden ser auditados por las autoridades. Estos controles estrictos pueden hacer que los médicos estén ansiosos por prescribirlo, incluso para usos legales. Pero algunos químicos están dispuestos a doblegar las reglas. Los amigos de Natalia sabían de un farmacéutico que vendería el medicamento sin receta, pero le dijeron que buscara a uno de los dos miembros del personal en el mostrador y que no lo pidiera si alguien más estaba de turno.
«La naturaleza clandestina y, a menudo, la falta de información precisa pueden significar que las experiencias con un aborto que podría ser muy simple, puedan volverse muy complicadas», dijo López Cabello. A él le gustaría que la mifepristona se produzca en Argentina, y caracteriza la falta de acceso a medicamentos como la mifepristona como una práctica discriminatoria del gobierno.
Los resultados de la votación del pasado 14 de junio muestran que muchos argentinos empatizarían con mujeres como Natalia. Independientemente de la decisión de los senadores cuando la votación se traslade a la cámara alta, una cosa es clara: por ahora, para muchas personas, el misoprostol es la mejor opción disponible.
«La primera vez, tuve que perder algo que quería. La segunda vez, tuve miedo por mi vida «, dijo Natalia. «Nadie debería tener que pasar por lo yo que pasé. Nadie.»
Artículo original (en inglés): medium.com/s/story/the-drug-thats-transforming-abortion-in-argentina-182189d48b39