En los medios

¿Es obligatorio darle la teta al bebé?

Medio: Clarín
Fecha: 18.06.2016
Por Mariana Iglesias.-

“Yo siempre supe que no quería dar la teta, me generaba mucha impresión, y me dijeron cosas terribles, me juzgaron muchísimo”. Esta semana Florencia Kirchner contó en una entrevista todas las críticas que tuvo que soportar por haber tomado la decisión de no amamantar a su beba Helena. La hija de la ex presidenta habló de las múltiples ventajas de la leche materna pero explicó que a ella simplemente no le gustaba la idea de hacerlo. Y ese es el punto: elegir. Hay muchas mujeres que no pueden darle la teta a sus hijos por cuestiones médicas. Y hay otras que eligen no hacerlo. Hoy ya se sabe que la leche materna es buena. Lo dice la Organización Mundial de la Salud, lo dicen todas las sociedades de pediatría del mundo. Pero también hay muchos mitos sobre el tema y fundamentalmente hay mucha presión, una presión desmedida que busca hacer sentir culpable a la mujer, sobre todo a la mujer que elige.

“A mi me parece bien que se promueva la lactancia, es cierto que es buenísima para el crecimiento del bebé. Pero afirmar dar la teta es lo mejor de vos es sentenciar a las mujeres. Con esos mensajes no se promueve ni se informa, se sentencia. Y de paso se oculta el dolor de los pechos, las mastitis, los bebés que la rechazan, la extrema dependencia, mamás que no tienen la suficiente leche y se enfrentan a presiones sociales muy duras por tener que usar el complemento de fórmula. Todos hablan de la maravilla de la naturaleza, pero nadie habla del lado b, y eso también está naturalizado. Hablamos sobre la importancia de que la mujer pueda decidir sobre su propio cuerpo cuando hablamos de parto respetado, de aborto. Pero con la lactancia todavía no rompimos el tabú, ni siquiera dentro de los sectores más feministas”, dijo Florencia.

“Engendrar, amamantar, no constituyen actividades, son funciones naturales; ningún proyecto les afecta; por eso la mujer no encuentra en ello el motivo de una altiva afirmación de su existencia; sufre pasivamente su destino biológico. Las faenas domésticas a que está dedicada, puesto que son las únicas conciliables con las cargas de la maternidad, la confinan en la repetición y la inmanencia; son faenas que se reproducen día tras día, bajo una forma idéntica que se perpetúa casi sin cambios siglo tras siglo; no producen nada nuevo. El caso del hombre es radicalmente diferente…”, escribió Simone de Beauvoir en El segundo sexo (1949). Luego, para muchas feministas, dar la teta se convirtió en un símbolo más de la explotación de las mujeres. Después hubo otras posturas y lo cierto es que no hay una posición única. Hoy se busca poder dar la teta en público sin que nadie se escandalice. Sin dudas ahora la lucha pasa por que cada mujer elija qué quiere hacer con su cuerpo. Por eso se habla de maternidades y no de la maternidad.

“Cualquier mujer puede elegir qué es lo que quiere hacer. No dar la teta no afecta el vínculo, con el biberón el bebé también goza, es lo que pasa cuando se la da el papá -dice a Clarín Mabel Bianco, de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer-. Ya sabemos los beneficios de la leche materna, pero puede ser reemplazada. Las mujeres pobres no tienen esa opción”.

En este sentido, Mariana Romero, médica e investigadora del Centro de Estudios de Estado y Sociedad y el Conicet, sostiene que “aún la mujer pobre debería poder optar. Es lo mismo que poder elegir cómo será el parto o si se continúa o no con el embarazo. Lo más importante es poder tomar una decisión estando informada. Tenemos la evidencia de las ventajas de la leche materna, pero dar la teta no es sólo el alimento. Y ahí están los prejuicios del vínculo, que no son determinantes. Cada mamá tendrá un vínculo con su hijo que no es ni mejor ni peor por darle la teta o no. Se puede construir un vínculo muy amoroso sin dar la teta, pensemos, por ejemplo, en las mamás adoptivas”.

Virginia Franganillo, del Parlamento de las Mujeres, agrega la responsabilidad del Estado. “Se ha impuesto una moda pediátrica que no condice con los tiempos de las mujeres. Hay iniciativas sobre lactarios, pero no hay sitios para cuidar a niños de 35 días a 2 años. Faltan servicios de cuidado. Es una época de grandes contradicciones”.

“La mirada escandalizada ante el ‘lactivismo’ público que reivindica la autonomía y goce del amamantamiento, es la contracara de la palabra que juzga a las mujeres que deciden no dar la teta y transitar otras formas de vincularse con sus hijos e hijas -sostiene Valeria Fornes, del Colectivo de Antropólogas Feministas-. Ambas son parte de la moral patriarcal que ostenta el poder de señalar y (re)definir permanentemente mandatos sobre qué es lo que debemos hacer con nuestros cuerpos y nuestras vidas”.

 

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