Niñez, pobreza y desigualdad: una mezcla perversa
Diario PERFIL, Defensora de Género
DOMINGO 28 de MARZO, 2021
Desde hace años la pobreza crece en el país y como ha sido ampliamente informado, se concentra en mujeres y niñez. Las últimas cifras nos hablan del 60% de menores de 18 años que en el país viven bajo la línea de pobreza y alrededor de la mitad bajo la línea de indigencia. Esto es de una gravedad muy alta, sin embargo, si bien lo leemos y se comenta en los medios de comunicación y en las redes sociales, no tiene cara, ni se corporiza y por eso se habla, pero en general no se lo registra en su real gravedad.
Esto explica la reacción generada ante la desaparición de una niña que vivía en la calle con su mamá en un área carenciada de CABA. En un país con seis de cada diez menores de 18 años pobres es natural que haya muchos de esos niñes viviendo en la calle o en situación de calle. Hace años que los vemos en las ciudades del país en la calle pidiendo dinero, comida, o ambos, descalzos, sucios y aspirando pegamento. Pero de tanto verlos se naturalizó y dejamos de entender su real significado. Pasaron a ser un dato más del entorno urbano. Y cuando se anuncia un asalto o hurto que realizan enseguida surge el pedido de bajar la edad de punibilidad y se los quiere castigar con la mayor carga penal.
La denuncia de la desaparición de M entonces sacó a la sociedad y a los gobernantes de esa anestesia social y generó una reacción desproporcionada que se materializó en una movilización con pocos precedentes de búsqueda y rastreo. Así fue como cada una de las fuerzas trató de mostrar su mayor capacidad de movilización, evidenciando en realidad la incapacidad real, ya que toda esa movilización demoró en ubicarla, cuando quien la llevaba no la ocultaba ni actuaba en las sombras, andaba por las calles y autopistas a la vista de todos, menos de esa cantidad de efectivos movilizados.
M es una en miles de niñes en situación de vulnerabilidad que están entre nosotros y a los que no atendemos, ni nos ocupamos en general por plantear, preguntar o simplemente interesarnos en saber qué solución se les da. Es esa indiferencia la que mantiene una realidad inaceptable y que les permite a las autoridades seguir sin solucionar esta situación o poniendo parches.
Hasta que, como en este caso, un grupo de vecinos y familiares de la niña denunciaron la desaparición. Ahí autoridades y medios de comunicación descubrieron las condiciones en que vivía ella y su mamá. Estaba allí desde hace mucho, pero no la veían. La reacción social y de las autoridades fue desmesurada, incluso cuando la encontraron se peleaban por ser los protagonistas del hallazgo. ¿Dónde estaban antes? ¿Por qué aparecieron recién cuando se generó el ruido socio/mediático? ¿Y la sociedad, qué hacíamos antes?
Si una enseñanza deja este caso es que esta niñez abandonada, pobre y castigada por un sistema perverso existe y que va a impedir o limitar el éxito futuro del país. Porque quienes piensan que ellos se salvan porque sus hijos comen, viven en una casa y tienen todos los beneficios, incluso llegan a ser profesionales, no se dan cuenta que este contingente tan importante de niñes pobres que no estudian, que lograrán apenas trabajos mal pagos, de bajísima productividad van a limitar el crecimiento y desarrollo de los que se salvan.
Si hubiera una política para prevenir y evitar esta situación de los miles de M que tenemos, seríamos más efectivos. Ahora tenemos que hacerlo, no podemos perder más tiempo. ¿Qué políticas está planteando la Secretaría de Niñas, Niños, Adolescentes y Familia Sennaf? Nuestra sociedad, y por tanto nuestros políticos, no priorizan la niñez. Una muestra fue los más de 15 años que demoró el Congreso en designar la Defensoría de Niñas, Niños y Adolescentes. Y se reitera ahora cuando ante la renuncia de uno de los Defensores adjuntos la Comisión Bicameral no investigó ni menos propuso el reemplazo.
Acaso nos preguntamos ¿qué política plantean los candidatos a la Cámara de Diputados o al Senado frente a la niñez? Éste y otros son los cambios que necesitamos para que no haya más M.