8M con interrupción voluntaria del embarazo y femicidios
Diario PERFIL, Defensora de Género
DOMINGO 7 de MARZO, 2021
Este año llegamos al Día Internacional de la Mujer con muchos avances, pero también con una carga de femicidios que opacan la celebración de los éxitos. Desde la recuperación de la democracia en 1983, el 8M es una fecha de movilización de las organizaciones de mujeres, feministas y defensoras de los derechos de las mujeres. Salimos a la calle a reclamar, a pedir, a celebrar y a unirnos en un hecho que nos congrega, respetando nuestras diferencias, pero privilegiando nuestras necesidades y preocupaciones, nuestro sufrimiento y nuestras alegrías. No nos paran la lluvia ni la amenaza policial.
Este año es muy especial. Tenemos tanto para celebrar: estrenamos Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad; contamos con un presupuesto que destina una proporción considerable para la igualdad de género; tenemos una Dirección de Género en el Ministerio de Economía, un área antes inimaginable aunque tuviéramos una mujer a cargo de ese ministerio; logramos la Ley de interrupción voluntaria del embarazo (IVE); tenemos personal capacitado en perspectiva de género gracias a la Ley Micaela, y siguen los logros.
Entonces, ¿qué opaca la celebración? Que nos siguen matando, algo no menor. Claro que esto no es lo único, porque también aumenta la pobreza que afecta a las mujeres y la niñez, que creció con el covid. Además, 2020 mostró la sobrecarga por las tareas de cuidado que las mujeres vivimos; durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio, hombres y mujeres estábamos en el hogar, pero no se logró compartir las tareas del cuidado en forma equitativa. Seguimos predominando en el sector informal y por el covid fuimos doblemente afectadas porque no pudimos salir a trabajar ni tuvimos protección social. Estamos mejor pero aún falta para decir que todas gozamos de todos los beneficios. Esa desigualdad es la que no podemos aceptar.
Por eso este 8M salimos a las calles a reclamar que las leyes se cumplan. Tenemos IVE, pero no en todo el país se aplica la ley. Tenemos trabajo en el sector informal, necesitamos que se cree trabajo “decente”, con protección social. Necesitamos una política de cuidados y que el Estado asuma el apoyo a las tareas del cuidado de niños, de personas ancianas, enfermas y discapacitadas para que las mujeres y también los hombres puedan insertarse más en lo laboral y en otras actividades ya sean deportivas, de participación política, sindical y/o social. Necesitamos cambiar el patrón cultural patriarcal que aún persisted. Para eso es imprescindible la correcta implementación de la Ley Micaela; necesitamos la educación sexual integral en todas los niveles educacionales, desde el inicial hasta el universitario; necesitamos campañas masivas hacia la igualdad de género, que permitan la eliminación de las discriminaciones. Necesitamos que se creen trabajos dignos que aseguren la protección social y el acceso sin discriminación por condición de género, superando el binarismo. Necesitamos que se implemente en forma urgente una política de cuidados que apoye a las familias y especialmente a las mujeres, a cuidar a niños, ancianos, discapacitados y enfermos y promueva el reparto equitativo de las tareas de cuidados entre mujeres y hombres. Y necesitamos que se adopte el plan de lucha contra la violencia de género, para dar respuestas integrales.
Para eso los distintos efectores deben articularse para apoyar y acompañar a las mujeres y niñas que experimentan violencias. Las fuerzas de seguridad, la Justicia, el sector salud, las áreas municipales y/o provinciales y nacionales en cada lugar deben actuar según protocolos unificados que garanticen que las mujeres reciben la atención adecuada, para que no sigan actuando aislados como ahora. La policía debe tomar las denuncias, pero éstas no pueden quedar allí sino que deben ser informadas y seguidas. La Justicia no se puede limitar a emitir órdenes de prohibición de acercamiento y de-sentenderse de su cumplimiento y control. Los efectores de salud no pueden limitarse a “curar” las heridas físicas o psicológicas. Las áreas municipales y provinciales deben comunicarse entre sí y con otros sectores y garantizar el seguimiento y acompañamiento de la mujer o niña.
En este entramado de acciones articuladas la familia y círculo de amigas tienen un papel que cumplir y el Estado debe incluirlas en los protocolos y ayudarles a cumplirlo. Todo esto será complementado con la ayuda económica a estas mujeres, y además hay que contar con casas-refugio para las situaciones agudas. Esto no puede postergar ni disminuir las actividades de prevención ni las campañas masivas y focalizadas para desnaturalizar la violencia de género, complementadas por la ESI. Éstas son las banderas que levantaremos el 8M en todo el país.
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