En los medios

Se duplicaron los casos de «femicidios vinculados» y ya hay uno por semana

Medio: Clarín

Fecha: 12.02.2017

 

Son familiares, amigos o vecinos muertos como consecuencia del ataque a una mujer agredida. Piden que las medidas de protección abarquen también al círculo íntimo de las víctimas.

Por Julieta Roffo.-
Hace nada más que una semana, la llamada «masacre de Hurlingham» conmovió a la opinión pública. Diego Loscalzo disparó primero contra su pareja, Romina Maguna y, una vez cometido el femicidio, asesinó también a su cuñada, su cuñado, su suegra, su concuñado y, al dispararle a su concuñada embarazada, terminó con la vida de un bebé por nacer. Durante la madrugada del sábado, en Florencio Varela, cuatro amigas adolescentes fueron baleadas en plena calle. Dos de ellas murieron y las otras dos permanecen internadas. Luis Esteban Weiman, de 36 años, fue detenido por ser el principal sospechoso de los asesinatos. Según la familia de Denise Juárez, una de las víctimas fatales de Florencio Varela, Weiman acosaba a la chica, de 15 años, desde hace unos tres meses. En la Argentina, donde se produce un femicidio cada 30 horas, los hechos de Hurlingham y Varela evidenciaron que el ataque muchas veces es a la víctima directa y también a su entorno o a quienes hayan quedado en la línea de fuego del femicida. Se trata de los llamados «femicidios vinculados» y, según estadísticas de la ONG La Casa del Encuentro, abocada a visibilizar y denunciar la violencia de género, en los último años se duplicaron las víctimas fatales.

En 2008, hubo 23 personas asesinadas -entre adultos y niños-, víctimas de femicidios vinculados. El año pasado, según estadísticas que La Casa del Encuentro anticipó a Clarín, hubo 55 femicidios vinculados. La cifra de 2016, más que tratarse de un fenómeno aislado, da cuenta de una lamentable realidad: en 2015 hubo 52 asesinatos en ese marco, y tanto en 2014 como en 2013 se perdieron 50 vidas. «Decimos femicidio vinculado cuando el femicida, además de asesinar a su víctima directa, ataca a parte de su entorno afectivo o a quienes hayan quedado en la línea de fuego, o cuando ese agresor, para causarle un daño irreparable a su víctima directa, asesina a algún ser querido, como ha ocurrido con hijos e hijas», define Ada Rico, que preside La Casa del Encuentro.

«En algunos casos, los agresores buscan a las víctimas cuando están acompañadas por sus hijos u otros familiares, y el victimario suele asumir que ese entorno toma partido por la víctima porque son los que intentan protegerla; a la vez, suelen eliminar a ese entorno para no dejar testigos», describe Mabel Bianco, presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer, y agrega: «Estos agresores se caracterizan por estar cegados por la bronca, porque sienten que una mujer que no responde a sus reclamos los traiciona, aunque esto no sea así, y entonces actúan con toda la violencia posible. Cuando matan a un hijo es para lastimar a su víctima y también para mostrar que están decididos a todo«.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación, que en 2015 se convirtió en el primer organismo estatal en relevar el número de femicidios en Argentina, registra los casos de femicidios vinculados, pero no los publica. Así lo explicó a Clarín María Delia Castañares, a cargo de la Oficina de la Mujer de la Corte: «Los tiempos procesales para determinar la motivación de un homicidio son lentos, entonces todos esos datos tardan en confirmarse; tenemos en cuenta el número de femicidios vinculados, pero como herramienta interna de trabajo».

Norma López integra el Concejo Deliberante de Rosario por el Frente para la Victoria. Desde 2011 lleva un registro de femicidios en Santa Fe, donde, asegura, el número de casos duplica a la media nacional. «Cuando una mujer denuncia que su vida corre peligro, también manifiesta su miedo por sus seres queridos, especialmente por los hijos, ya que no saben hasta qué nivel de violencia puede llegar el victimario para lastimarlas», explica López.

Para Rico, «los femicidios vinculados ocurren porque el objetivo del agresor es demostrar su poder una última vez, destruyendo todo lo que tenía que ver con su víctima directa, incluso cuando ya la han asesinado». Su visibilización, sostiene la especialista, «ayuda a tomar conciencia de que cuando hablamos de violencia de género, esta puede afectar a todo el entramado social, que no es una cuestión privada de cada mujer, porque en manos de femicidas han muerto hermanos, hijos, amigas, cuñadas».

«Ya se ha reconocido que ignorar una situación de violencia de género para ‘respetar’ la privacidad de una pareja lo único que hace es ayudar a que la agresión sea mayor«, amplía Bianco. Según su visión, «se debe entrenar a todos los que rodean a una mujer agredida a cuidarse ellos también, porque pueden estar en riesgo; hay que lograr que la cadena de cuidados crezca porque es muy importante que se forme alrededor de la mujer que es agredida, y que esté consolidada al momento de denunciar al agresor».

López hace hincapié en que las medidas de protección que se establecen una vez que una mujer denuncia alguna situación de violencia de género «estén direccionadas tanto a la víctima directa como a las indirectas, que pueden ser hijos, hermanos o padres». Son numerosas las ocasiones en que los femicidios y los femicidios vinculados se producen en círculos en los que la víctima ya había denunciado al agresor, una o varias veces. Sin embargo, en muchos casos el aparato estatal no logra poner freno a una violencia de la que se habla cada vez más y cuyas víctimas fatales crecen.

 

http://www.clarin.com/sociedad/femicidios-vinculados-principal_0_HyXjuNC_l.html

http://www.elliberal.com.ar/noticia/318468/se-duplicaron-casos-femicidios-vinculados

http://www.elliberal.com.ar/noticia/318468/se-duplicaron-casos-femicidios-vinculados