La onda expansiva del caso Paluch potenció el valor de denunciar

Medio: Perfil

Fecha: 29.10.2017

Especialistas consultados por PERFIL hablan del efecto positivo de animarse a revelar situaciones de acoso. Un cambio social que, de a poco, genera un replanteo de actitudes machistas y de abuso de poder.

Por Julieta Mondet

La oleada de denuncias por acoso sexual que se destapó en Hollywood con el caso del productor Harvey Weinstein, animó a muchas más mujeres a alzar su voz y grandes popes de diferentes ámbitos fueron desvinculados de sus empresas como consecuencia de sus actos. Pero el caso, no quedó sólo en la red carpet. El celebrado efecto dominó hizo pie en el ámbito local desatando un verdadero escándalo luego de que una microfonista de A24, Ariana Charrúa, denunciara haber sufrido acoso sexual por parte de Ari Paluch ante las autoridades de la empresa. El hecho habría ocurrido el martes 17 y la mujer presentó una carta con los detalles de la situación.

“Mi labor es quitarle los micrófonos y retornos a cada uno de los conductores. Me acerqué a retirar los equipos del señor Paluch, continuando con una de las panelistas. En ese instante, me tocó el trasero. Esta situación me resultó ingrata, sorpresiva, abusiva, ofensiva y desagradable”, narró Charrúa a la que luego se sumaron diez denunciantes más que en algún momento trabajaron con el conductor. Mientras, él aseguró no haberla acosado con un: “Quise hacerle un ‘give me five’ y toqué su cadera y su parte íntima”. Y su defensa fue: “Con mi mujer estamos enamorados desde el 88, cogemos seguido, y dormimos cucharita todas las noches, y nos acompañamos”. El escándalo animó a la conductora Verónica Lozano, que si bien nunca no vivió una situación similar, manifestara su apoyo a las denunciantes a través de Twitter: “¡Ah! Era #givemefive, ¡pero qué pelotuda soy! Pensé que me apoyabas el pene…mala mía”.

En diálogo con PERFIL Lozano reafirmó sus palabras. “Su explicación me pareció una doble subestimación hacia las mujeres. Me dio mucha bronca y por eso tuitié. Soy una mujer emponderada, me expreso como quiero y uso la ironía”, explicó. Para luego sumar: “No tengo ninguna duda sobre los testimonios de las chicas y me solidarizo. Acá hay miles de cuentos de acoso permanente; pasa en todos los ámbitos. Las minas vivimos siendo acosadas, si nos ponemos una mini, en el ascensor, en el taxi, en el banco… Era lo que antes decíamos ‘es un pajero’ y lo naturalizábamos. Un hombre nunca va a sentir lo que una mujer siente a las tres de la mañana en una calle oscura. Pero basta; se acabó la impunidad”. Y en esa última oración cae el acento.

Que una mujer se anime a denunciar “ayuda a que otras que padecen acoso también hablen y así no ser doblemente castigadas, porque ellas no son las responsables del acoso como les hacen creer”, explica a PERFIL Mabel Bianco, directora de la  Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer. No obstante, apenas unos años atrás esto hubiese sido impensado. Las especialistas coinciden en que la sociedad cambió y eso es lo que permite este fenómeno. “Hoy hay conciencia de que esto es violencia y de que no se puede tolerar porque se sabe es un camino ascendente que puede ser muy grave”, afirma Bianco. Lozano, en tanto, hace hincapié en “los movimientos culturales y las gestaciones de ideas como procesos que allanaron el camino”. El colectivo NiunaMenos es una de sus mayores expresiones. Florencia Alcaraz, una de sus fundadoras, explica su rol: “La marcha de 2015 influyó mucho. La presencia masiva de mujeres, travestis, lesbianas y trans en la calle tuvo un mensaje muy poderoso: el no estamos solas. Creo que de ahí surge una atmósfera de potencia feminista que hace que estemos más seguras al momento de denunciar y contar”. Aunque hace una salvedad: que el Estado aún no dio una respuesta a la altura de esa demanda.

El silencio no es salud. El temor a la posible pérdida del trabajo, a ser c señaladas como culpables eran los motivos por los cuales no se decía. “Los agresores les hacen creer que son las responsables de lo que les pasa. A eso, se le suma la vergüenza”, explica Bianco. A lo que Florencia subraya: “Antes no se veía el patrón de situaciones, sino el caso aislado. Esto de capaz me pasa porque me puse un pantalón muy apretado”. Y eso no es más que el triunfo del patriarcado. Pero hoy la masificación de los reclamos está rompiendo con eso”.

Alerta. La visualización de los reclamos, según Vero Lozano, al menos “pone en alerta a otros machos acosadores. Aunque sea desde el miedo a ser escrachados. Y hace que las empresas no cajoneen las denuncias”. De hecho, en todos los casos, las compañías decidieron desvincular a los acusados. No obstante, Daniel Vila manifestó que hubiera preferido que quedara puertas adentro. Algo que hubiera cortado el efecto positivo.  “Las empresas sienten la presión social por eso responden rápidamente. Si no, quedan como cómplices y pierden audiencia. Pero el machismo y el patriarcado son corporativos y cómplices. Por eso, se quiere tapar; que los echen es muy importante; la condena social es más poderosa como mensaje social que una condena judicial.
Por su parte  Gobierno negó a PERFIL estudiar una modificacion a la pauta oficial que recibe Paluch. Sí ya se lo retiró el auspicio una famosa marca de alfajores.

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