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ENTREVISTA: LUZ MELON

La consejera Luz Melon, responsable de la agenda internacional de desarrollo humano, de la Dirección de Organismos Internacionales de la Cancillería Argentina, tuvo un rol destacado en la mesa de negociaciones de las delegaciones por el documento final del Consenso de Desarrollo de Montevideo.

Para Melón, el Consenso de Montevideo es un documento “muy sólido” y “buen reflejo de todos los avances a nivel de la región”. “Las posiciones que impulsa el Consenso de Montevideo serán clave para que la agenda avance en temas importantísimos como envejecimiento, migración, salud sexual y reproductiva, igualdad de género y otros en los que el Programa de Acción de El Cairo es clave, tanto dentro de la región como a nivel internacional”, señaló la consejera.


-¿Cómo evalúa los resultados de la Conferencia Regional de Latinoamérica y el Caribe sobre Población y Desarrollo que se celebró en Montevideo?

Es muy importante que todos los países de la región hayan podido dialogar por encima de sus diferencias y encontrar una voz muy contundente que llevar a la negociación global de la agenda de población y desarrollo en Naciones Unidas. Creo que las posiciones que impulsa el Consenso de Montevideo serán clave para que la agenda avance en temas importantísimos como envejecimiento, migración, salud sexual y reproductiva, igualdad de género y otros en los que el Programa de Acción de El Cairo es clave, tanto dentro de la región como a nivel internacional.

Con respecto a la reunión en sí misma, con la presencia del Presidente de Uruguay y de Ministros y Cancilleres de tantos países, fue una oportunidad importantísima para un intercambio muy franco desde perspectivas diferentes y con los expertos internacionales y las organizaciones. Creo que esta reunión va a colaborar para posicionar estos temas dentro de las agendas nacionales y para darle un nuevo impulso a los esfuerzos por cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio sobre salud materna e infantil e igualdad de género en los dos años que faltan para el plazo previsto de septiembre de 2015.

-¿Cómo actuó la representación Argentina en las negociaciones del documento final? ¿Qué posturas defendió y cómo fueron recibidas sus propuestas?

Argentina trabajó con una delegación interministerial y que incluyó legisladores nacionales, con lo que estuvimos presentes con los responsables directos de los temas de la agenda, o en contacto y coordinación con los que no viajaron. Esto se reflejó en las propuestas que hizo Argentina en la sala y por escrito en todos los temas. Desde el primer momento defendimos la necesidad de lograr un documento negociado, más allá de las restricciones del tiempo o de cuestiones de procedimiento.

Sabemos que en Naciones Unidas todos los años debemos volver a defender lo ya alcanzado, y para algunos la próxima reunión de revisión de El Cairo es una oportunidad para retroceder veinte años en lugar de avanzar. En este escenario, es importante traer una voz clara y consensuada, en blanco y negro, desde nuestra región, que podrá tener sus limitaciones pero que sin dudas muestra el avance fundamental que la región hizo desde 1994 y cómo se han consolidado en legislación y políticas públicas muchos de los compromisos que hace veinte años parecían casi utópicos.

La gran mayoría de las propuestas argentinas fue recogida en el documento, incluyendo temas muy importantes como la inclusión y no discriminación del colectivo LGBT, el trabajo sobre juventud, envejecimiento y adultos mayores desde una perspectiva de derechos humanos y que contemple expresamente su participación activa, el uso de políticas de regularización migratoria y la no criminalización de la migración, el uso de estadísticas inclusivas que acompañen las políticas públicas, la educación sexual integral tanto para adolescentes como para niños y niñas, y el acceso a los derechos sexuales y reproductivos para todos, incluyendo adolescentes y jóvenes, y la adopción de una definición de los derechos sexuales para todos, sin discriminación por edad, orientación sexual o identidad de género.

- En su opinión, ¿Cuáles son los temas del Consenso de Montevideo que marcaron un avance en la agenda de Población y Desarrollo y cuáles son los que quedaron aún pendientes o relegados?

Cuando se reúnen casi cuarenta países a negociar, el desafío es lograr un documento que refleje el máximo que pueden avanzar esos países, y que después puedan seguir defendiendo en las próximas instancias. Es decir, que la discusión no pierda foco y ambiciones, que no se termine optando por un documento más tímido o, por el contrario, uno tan lejos de la realidad que no logre tener ningún impacto.

Entiendo que el Consenso de Montevideo es un documento muy sólido, cada delegación negociadora estará insatisfecha con algunas de sus definiciones pero es un buen reflejo de todos los avances a nivel de la región, incluso plantea objetivos ambiciosos que algunos países aún no trabajan a nivel nacional. Hay reclamos y cuestiones que no se incluyeron, incluso algunas propuestas de Argentina, por tratarse de cuestiones donde algunos países han avanzado muy decididamente pero no la región como un todo. Pero entiendo que ningún tema crucial se “cayó” de la mesa.

Si bien no es un documento vinculante como una Convención, y en parte por eso podemos plantearnos objetivos realmente ambiciosos, es un documento surgido de un proceso democrático donde se escucharon todas las voces, lo que le da fuerte legitimidad, y va a ser una guía que tomen los países no sólo en el debate internacional sino también en el plano interno.

-¿Cuáles cree que fueron los aportes y reclamos de la sociedad civil latinoamericana que lograron plasmarse en el documento final?

No soy yo la que puedo hacer esa evaluación. Argentina trabajó en un diálogo muy directo y franco con la sociedad civil, escuchamos muchas inquietudes tanto antes de viajar como ya en Montevideo, y pudimos llevar algunos temas clave a partir de esas conversaciones, como la propuesta de definición de derechos sexuales.

Tengo que decir que las organizaciones se movieron muy bien para contribuir al proceso, ya desde antes de la reunión, en su demanda de apertura y diálogo pero también trabajando con un enfoque colaborativo, aportando propuestas, insumos y antecedentes concretos para respaldar posiciones que ayudaron al nivel de la discusión intergubernamental, sin dudas.

En los temas de derechos humanos y de desarrollo el trabajo nunca puede satisfacernos, siempre existen nuevos horizontes para avanzar, pero espero que el Consenso que lideró Uruguay está a la altura de las expectativas de las organizaciones de la región que estuvieron activas y presentes representando muchos colectivos diferentes.

 





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